Yo distingo muy bien entre qué es calificar e qué es insultar. La RAE en sus primeras acepciones de ambas palabras lo deja bastante claro.
CALIFICAR dice que es: «Apreciar o determinar las cualidades o circunstancias de alguien o de algo.»
INSULTAR dice que es: «Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones.»
La diferencia es que calificar se ajusta a la verdad e insultar no, porque se hace para molestar y qué mejor que exagerar peyorativamente.
Las personas tenemos unas conductas a lo largo de nuestra vida, a veces buenas y a veces no tanto, por ideologías o cualquier otra influencia. Todos creemos que lo hacemos todo bien o somos unos psicópatas, porque hacer cosas sabiendo que son malas, a mí al menos, me cuesta asimilarlo.
Hoy en día tenemos las redes socialesy podemos, si es nuestra forma de aminorar los daños recibidos, expresarnos en ellas. Siempre será adecuado utilizar calificativos (ajustarnos a la verdad) y no insultos (falsedades para molestar).
Hay personas llenas de secretos y otras que no tenemos ninguno. Es muy saludable airear lo que nos daña y así nos lo dicen los psicólogos. Tragarse las cosas en silencio destroza por dentro. Recuerdo aquella psicóloga que en un terrible momento de mi vida me dijo: «Cuentalo, díselo a todo el mundo, las veces que necesites hasta que deje de doler». Así lo hice y un día dejó de doler, sí. Ahora me encuentro en otro terrible momento de mi vida y he escrito mucho en redes, he contado mucho por teléfono, en persona y lo haré hasta que deje de doler.
Mi reflexión la traigo porque en todo momento CALIFICO y en ningún momento insulto. Yo cuento lo que sucede tal cual es de verdad. Otra cosa es que se califique un hecho no ajustado a la ética, al comportamiento moral que se considera el correcto en ese aspecto.
Pero muchas personas ven los calificativos como insultos. Bueno sería que repasasen si sus hechos son inaceptables para ellas mismas si ven insultos donde sólo hay verdad.
Ejemplo: Si alguien te promete que te dará algo y nunca lo hace, decir que no tiene palabra o que ha mentido es ajustado a los hechos y un calificativo justo. Ya si lo ve un insulto indica que no tiene moral para ver que no es correcto mentir y faltar a la palabra dada, por tanto se ha de aceptar su actitud déspota como normal y ni nombrarla.
El diálogo privado o público consiste en buscar el consenso basado en la aceptación de los calificativos y, por tanto, no sentirse ni molestado ni insultado por que se sepa un comportamiento que ve normal.
¿Porqué ofende que se cuente la verdad si uno cree que se ha comportado bien? ¿O es porque sabe que su comportamiento, calificado con la verdad, es inmoral?
Para que no se sepa lo que uno hace mal lo mejor es no hacerlo o sino recibir de buen grado que todos sepan como uno se ha comportado de mal.
No somos santos ni demonios, tenemos de ambos. No queramos aparentar lo que no somos.
[Este tema me ha llevado muchas horas de trabajo. Es el mayor proyecto desde que abrí este blog (excluido mi libro, claro). Por esta razón permanecerá anclado en el Inicio una temporada, más teniendo en cuenta que es el primer paso en el camino del crecimiento interior]
El que más y el que menos, todos hemos leído algún libro de autoayuda. Pudo ser por curiosidad, necesidad de orientación para vivir, el anuncio del método definitivo para acabar con los problemas, moda, búsqueda de espantar una mala etapa, una depresión que no acaba, perseguir el éxito tal como lo define nuestra sociedad, mejorarnos, tantas razones como personas somos.
Casi todos han funcionado al ir leyéndolos, como sustitutos baratos de un maestro o terapéuta, nos han dado una esperanza en sus fórmulas que suelen estar bastante acertadas en general. Pero al terminarlos se han ido disipando y por mucha atención que les hayamos tenido, incluso subrayando, su efecto es efímero.
Si los leemos orientados a aprender, como el objetivode sumarlos a nuestro conjunto de conocimientos, sacamos más, suman. Se quedan conceptos entrelazados en nuestra memoria.
Yo soy una gran lectora de esta temática, tengo estanterías llenas, de muy buenos y de otros muy mediocres.Se nota cuales se han escrito desde la sabiduría con intención de ser útiles y cuáles se han escrito para vivir de publicar algo que se vende mucho y da dinero. Estos últimos sólo autoayudan al autor y, si tiene experiencia, el lector los abandona.
Resumiendo, hay buenos libros de autoayuda y libros negocio. No estoy diciendo que no sirvan, algunos ayudan pero por poco tiempo. Y te vas a por otro nuevo para que perdure aquello que se buscaba. La buena intención del autor nos resulta demasiadoefímera. Pero como vivimos en la cultura de lo efímero no nos percatamos del porqué.
El porqué es que con la apariencia de ser profundos, no ahondan hasta lo más hondo del ser humano que los lee. Y es que los seres humanos necesitamos más, somos muy complejos y o integramos los cambios desde la raíz más penetrante o no llegamos a quedarnos con ellos. Es difícil cambiar, pulir ese diamante en bruto con que nacemos, como para usar herramientas que no son lo suficientemente duras. Un diamante sólo se talla con otro diamante, así que o nos proporcionan la forma de encontrar ese diamante ya tallado antes, o no podemos con el nuestro o no cambia. Darle arañazos es una ilusión que de momento no deja ver la realidad.
La autoayuda sólo puede hacer algo duradero si nos lleva a conocer que en nosotros mismos están los diamantes que pueden tallar el que nosotros vemos y al que queremos dar forma. Empezando por saber que sólo vemos parte de nosotros y del mundo. El tallador y el taller adecuados los tenemos dentro.
En la búsqueda de eso me he topadocon la clave que faltaba, y os he querido resumir mi hallazgo. Me surgió la necesidad y he empezado a integrar esa nueva andadura. Hasta el fondo del fondo de lo más hondo.
No servirá a todos, sí a muchos que se han perdido en la superficialidad promulgada, propiciada, hecha para esclavizados en explicaciones estrechas para someternos al imperio de vivir de espaldas a la verdad libre de aturas. Su resultado es por un lado la fácil manipulación (buena para las élites) yporotro el aumento exponencial de las enfermedades mentales (de seres sensibles que no caben en corsés falsos).
Empecemos por ver a quienes les entran los corsés y a quienes no nos entran.
AUTOAYUDA & ESPIRITUALIDAD
Un libro muy interesante y bien enfocado a nuestro propósitoContraportada
Hay dos tipos de personas:
– Las que se ven a sí mismas como cuerpo y mente, ambos intrascendentes, una ilusión por tanto al tener principio y fin. Su centro es el ego.
– Las que se ven a sí mismas como cuerpo, mente y espíritu. El espíritu es trascendente, imperecedero, se une a la existencia de Dios y busca el desarrollo espiritual. Es el paso del ego al Ser, la esencia que nunca muere, lo real por su eternidad.
EL ENCUENTRO CON TU SER TRASCENDENTE (1)
El mundo actual nos lleva al tipo primero, a lo material, circunstancial, efímero, a la ciencia en sí misma, tras siglos y milenios de espiritualidad religiosa.
Así mismo nos engaña haciendo que algunos adoptemos prácticas ancestrales desposeídas de su objetivo trascendente tras falsos gurús. La meditación sin un fin por ejemplo.
El verdadero gurú nos lleva del gu (oscuridad) al ru (luz), sin anunciarse, sin exhibirse, con humildad. No importa en qué religión o sin religión. Y sólo descubriremos al verdadero gurú si espiritualmente ya hemos evolucionado lo suficiente para reconocerle.
Desposeamos, en un ejercicio de síntesis y abstracción, a las religiones de sus formas externas, ritos, leyes y superficialidades. Habremos dejado a muchísimas personas que las integran sin nada, porque solamente quedará lo Real, la trascendencia limpia de lo menos necesario, de lo que tienen de intrascendente y mortal, la existencia de Dios.
El fenómeno religioso que es la Espiritualidad inmortal unida a Dios es inherente al ser humano desde su aparición en el mundo.
Por esto vivimos una época llena de hambre de algo que no se encuentra fácilmente, que ni las propias religiones llenan, en su deriva hacia las formas restrictivas, dogmáticas y carentes de fondo.
Muchas personas se hayan perdidas buscando sin ni saber qué buscan. Porque en nuestra pequeñez damos palos de ciego hasta que estemos preparados para encontrar al maestro que nos guíe a la iluminación.
La iluminación es el alcance del Ser dejando atrás el Ego. Las formas más eficaces de alcanzar ese estado son la práctica de la meditación y la plegaria.
La meditación es un desprenderse de lo físico y mental, de los pensamientos emanados de nuestra vida y forma de vivir. No una meditación de momentos, que es un aprendizaje inicial, sino una meditación continua en todo nuestro presente.
La plegaria sirve como la fuerza desatada para llamar la atención de Dios a nosotros, un «aquí estoy» puesto que no hace falta pedir lo que ya se recibe espontáneamente. Dios ya nos da lo que nos tiene que dar. Sólo la comunión con él nos da la trascendencia y paz a nuestro espíritu.
Estas prácticas nos sacarán del mundo actual lleno de cosas superfluas y nos llevarán del tener al Ser. El resultado es el amor, pues cualquier relación humana se puede convertir en amor libre, sin apegos ni exigencias.
El personaje que construimos (2)
En ese estado de amor descubriremos al personaje que hemos creado como máscara para vivir en el mundo y cuanto de positividad tiene. No puede quitarse pero cuanto más se parezca a nuestro Ser mejor construido está. Podemos, al ser conscientes de él, modelarlo.
Todos hemos ido construyendo nuestro personaje: recursos, identidad, creencias, ideologías, opiniones, gustos y aversiones, filias y fobias, mecanismos de defensa, control, herramientas de relacionarse. Las experiencias vitales nos han permitido ir perfeccionandonos. La mayoría hemos errado en darle poder a la máscara separándola de la dimensión espiritual, el Ser, lo real, nuestra verdadera naturaleza, la parte divina que tenemos, y la tarea de llegar a descubrirla es la tarea de una vida. El Ser no tiene necesidad de sentirse importante, que es la verdadera humildad. La máscara sí en cuanto a que nutre al ego. Reírse de uno mismo, el humor respetuoso, es un gran remedio para ser humildes.
El fluir o el sufrir
Hay que dejar fluir, sin buscar motivos o excitaciones, no vivir de reacciones a ellos sino de acciones que surgen de la propia vida. No tenemos que seguir la dinámica de acción y reacción. La mayoría de las veces reaccionamos, no actuamos, por hábito. No podemos movernos en busca de recompensas a corto plazo porque habremos puesto fuera, donde no podemos actuar, nuestra alegría. El arte de fluir es que la vida hace lo suyo, nosotros lo nuestro, y la vida es más sabia.
El dolor es orgánico, algo no va bien, detectable, presente y nos demanda respuesta, actuar; o puede no ser orgánico en el caso de pérdidas. Si hay dolor verdadero no es necesario agravarlo con sufrimiento. El sufrimiento es mental, por el miedo originado en el deseo y la aversión.
Deseo (futuro) y aversión (pasado)–> frustración–> rabia–> ira o tristeza–> sufrimiento
Elige tus propias batallas, no las que otros o la sociedad te proponen impuestas.
Distingue entre ley y justicia, no son lo mismo y lo válido no es lo mismo que lo verdadero, lo fundamental. Discernir es de mayor compromiso moral, ético, de valores y virtudes, sin caer ni en dogmatismo ni en la soberbia. Requiere mucha madurez la capacidad de apreciar errores propios y rectificar. Hacer lo que procura el bien.
Las relaciones con los demás
«Las mejores personas alimentan lo bueno en los demás, no lo malo. Las peores personas alimentan lo malo de los demás «. Confucio.
En nuestras relaciones quienes nos hagan ser mejores podrán hacerse mejores con nosotros. De quienes no nos hagan ser mejores, transformarnos al amor, hemos de alejarnos. No es juzgar pues tienen la capacidad de cambiar e interactuar con nosotros. Cuanto nos aporten es decisión suya en libertad. Procuremos no juzgar y el «no juicio» significa que alguien nocivo para nosotros no es nocivo «pero se». Hay que mirarse a uno mismo en busca de venenos para no ser nosotros tampoco dañinos.
En seleccionar esas relaciones y esa introspección reside gran parte de nuestra salud psíquica y emocional. Las relaciones familiares, aunque suelen perdurar en el tiempo, son como las demás, nocivas o beneficiosas, no son diferentes a otras.
El presente, lo relativo de las opiniones y elecciones
Lo real es el presente, lo que ocurre aquí y ahora. El pasado dejó su poso, el futuro estará. El pasado tiene su origen, desarrollo y fin en la mente. El futuro son fantasías, expectativas o miedo que también son ilusorios. «Carpe diem», aprovecha el día, decían los romanos.
Dios hoy está acaparado por las religiones o ha quedado sepultado ante creencias actuales carentes de espiritualidad. De ahí Nierzsche dice en Gaya Ciencia: «Dios ha muerto, Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo nos consolaremos los asesinos de todos los asesinos?». A la ignorancia se añade la enorme arrogancia humana. Dios está más vivo que nunca.
«No vemos las cosas tal cual son, sino tal como somos». El Talmud. Tenemos nuestro propio ideario y creencias, que sólo son «mejores» para uno mismo. Son filtros distorsionados de la realidad que la ajustan a nuestras creencias. Si se tiene conciencia de esa subjetividad aparecen la comprensión, tolerancia, empatía y compasión. No son verdades sino opiniones. Tenemos «filtros» conscientes e inconscientes.
Podemos discernir y eligir con los dones, cualidades, que tenemos en nuestra sociedad occidental. Toda elección lleva implícita el asumir los resultados y consecuencias. Esto no tiene que ver con la libertad. La libertad es resultado de quitarnos cadenas que nos atan y las más fuertes nos las hemos puesto nosotros mismos.
Las elecciones y consecuencias inherentes a cada elección, que hacemos cada día, determinan nuestra vida. Según el Bhagavad Gita, fuente inagotable de sabiduría, «este mundo es ilusorio e irreal pero hay que vivir en él intensamente, el saber de la naturaleza inmortal del ser humano». Todo movimiento es consustancial a lo creado y genera el tiempo.
Movimiento –> Acción –> Efecto –> Movimiento –> Así sucesivamente.
Son movimientos el pensamiento, la emocion, el deseo y la palabra. Hay que practicar una acción libre de objetivos intencionados, pues si no está alineada con el orden universal y su fluir, creará una distorsión que precisará una corrección. A nosotros nos corresponde la acción correcta, el resultado de la misma a Dios.
Eric Berne (Análisis Transaccional) habla de «los tres estados del yo» en los que uno es el «Estado de niño»: Pensamiento mágico, fantasía, creencias ajenas. La fantasía no puede cumplirse y lleva a frustración, se culpa al mundo, volviendo con una nueva explicación fantástica. Rueda sin salida. El autoengaño no deja un crecimiento espiritual real. Todos tenemos parte de ese pensamiento fantástico pero el problema es cuando todo en nosotros se rige por él.
La práctica de la virtud y el bien
En nuestro mundo se han perdido valores y por parte de cada vez más personas se torna indispensable volver a implementarlos en la sociedad para alcanzar la regeneración necesaria.
Recordemos algunas virtudes que mejoren nuestra vida individual y colectiva. Forman parte de la conducta ética, están prácticamente en cada religión y en distintas escuelas filosóficas. El orden es alfabético porque son igual en importancia.
ABANDONO: No hay tareas que cumplir salvo las que uno mismo se imponga desde la más absoluta libertad. Percibir la vida desde la sencillez y la ligereza.
ACCIÓN: Desvinculada de los resultados, libre de objetivos, sin deseo o aversión. Procura «hechos».
ALEGRÍA: La existencia es el privilegio de disponer de la vida. Es un vehículo de la inocencia. Sentido del humor.
BELLEZA: Comprensión de la relación entre ética y estética. Lo bello es una forma de expresión de lo divino.
BONDAD: Intentar llevar el bien a todo y a todos, por encima del egoísmo y el odio. El amor es su ingrediente básico.
COMPASIÓN: Compartir el padecimiento ajeno. Servicio, ayuda, la mera presencia sincera.
COMPRENSIÓN: Reflexión sobre los contextos y escenarios de los demás y frente a uno mismo, el equilibrio entre la autoindulgencia y la culpabilidad.
CONSCIENCIA: Percibir el mundo y a uno mismo sin distorsiones, desde la desidentificación y el desapego. El aquí y ahora.
CORAJE: Reencontrar la fuente de energía inagotable, pues todo obstáculo es salvable y todo dolor transitorio. Unido a la fe se incrementa.
DESAPEGO: No poseemos nada ni a nadie y nada ni nadie nos posee. Percepción de lo verdaderamente importante y lo que no lo es. Relativizar, todo está en manos de Dios.
DISCERNIMIENTO: Distinguir lo que pertenece al Ser de lo que pertenece al ego. Acercarse a la percepción correcta, sencilla, de lo evidente, dejando fuera los contenidos de la mente y la fantasía.
ESPERANZA: Todo lo creado es perfecto y aunque nuestra deficiente percepción vea defectos, el resultado es pleno, bueno y justo. Confiar en la vida y los demás.
FE: Sentimiento de confianza en Dios y su generosidad, omnisciencia y justicia. Comprensión de la propia ignorancia y limitaciones.
GENEROSIDAD: La inocencia lleva a comprender lo que es suficiente, lo que es necesario y lo que es superfluo. Tener indiferencia y desapego sobre lo transitorio.
GRATITUD: Valorar lo que se tiene en vez de penar por lo que no se tiene. Asociada a la generosidad y fuente de alegría. La primera es concebir la vida como un regalo de Dios.
HONRADEZ: Jamás se puede perseguir un beneficio propio en detrimento o daño a nadie. La falta de honradez es falta de respeto a uno mismo.
HUMILDAD: Todo logro depende del correcto uso de los dones que se poseen y también de factores ajenos ni previsibles ni gobernables. Anonimato y dilución del ego. Es el servicio y la ausencia de importancia personal.
LIBERTAD: Sinceridad. Eliminación de la importancia personal, desapego y certeza de la inexistencia de todo lo existente. Eliminar deseos, aversiones, creencias.
NOBLEZA: Expresión de la riqueza espiritual sin mezquindad.
PACIENCIA: Valorar el factor corrector del tiempo. Conocer las señales del momento exacto para cada acción eficaz. Dios escribe derecho con renglones torcidos.
RESPETO: Comprender que toda vía de acceso a lo noble y puro requiere un estado interior que emula aquello a lo que aspira.
RESPONSABILIDAD: Asumir sin méritos ni culpas el resultado de nuestras acciones sin involucrar a los demás.
SENCILLEZ: Cuanto más complejo el ego, las creencias y mas deseos, más lejos se está del conocimiento y de la realidad.
SERVICIO: Capacidad de subordinarse a un proceso beneficioso para el curso de la vida. Con discernimiento, sin protagonismo o emotividad.
SILENCIO: No usar la palabra como distorsionador, miedo, improvisación o pulsión de mostrar sin reflexión las propias opiniones.
SINCERIDAD: Expresar todo lo que brota de la naturaleza real del individuo, frente a los demás y frente a uno mismo.
SOBRIEDAD: Darse cuenta de las necesidades reales para el bienestar y desarrollo. Las imaginarias y de deseos nacen del ego y son perjudiciales porque son una espiral inalcanzable.
SOLEDAD: Nacemos y morimos solos. En el tránsito entre ambos necesitamos tomar las riendas de la propia existencia.
TERNURA: Encontrar y cultivar la inocencia primordial, hacia uno mismo y hacia los demás (niños, personas frágiles, etc.).
TOLERANCIA: Percibirse y percibir a los demás en proceso de evolución aún imperfecto.
TRABAJO: Capacidad de producir frutos útiles para el desarrollo y evolución benéfica de la vida, para uno mismo y para los demás.
UNIDAD: Diferenciar y privilegiar lo que nos une de lo que nos separa de los demás. En Dios somos Uno, el Ser es Uno.
ESPIRITUALIDAD CON RELIGIÓN Y SIN RELIGIÓN
El peligro de separarlas es usar la espiritualidad como «un cajón de sastre de la cultura de consumo». La idea de trascendencia desposeída de un Todo integrador es dispersa, se puede adherir a cualquier corriente sectaria, a fundamentalismos, a ir de aquí para allá para rellenar un vacío, a consumir métodos ineficaces y costosos tanto en la propia persona como en su economía.
Pero para algunos, espiritualidad es sinónimo de creencias irracionales y de que todo vale. En ningún momento nos referimos a ese vagar sin rumbo claro. Incluso hay autores que asocian este ir perdido individualmente con el aumento de algunas enfermedades mentales como la ansiedad y la depresión.
Es por esto que la búsqueda deespiritualidad sin más, sin una orientación para ello, «Es como embarcarse en un viaje interior. Es arriesgado hacerlo y tratar de ver las cosas desde una perspectiva más amplia. La promesa es tremenda pero el viaje puede ser doloroso».
No es eso lo propuesto en nuestro caso, sino el ver las coincidenciasde fondo, los fundamentos, de casi todas las religiones y corrientes filosóficas. Hay autores que nos dan gran parte de ese propósitoestudiado, como Sebastián Vázquez en su libro Espiritualidad &Autoestima. Quitado lo superficial, accesorio, los ritos, los rezos concretos, lo adaptado a las diferentes culturas, que está como vestigio del pensamiento mágico primitivo, queda lo común y profundo que directamente orienta a dejar el ego para orientarnos al Ser:
Eso son la meditación, la plegaria, la acción libre de objetivos intencionados y las virtudes. Párate y verás que son comunes a las religiones y filosofías que conoces.
Es una tendencia de moda esta de que «Somos menos religiosos en cuanto a compromiso con los rituales institucionalizados, pero cada vez tenemos más interés por la dimensión espiritual, por el sentido de la vida».
El individualismo quiere hacer a su antojo, crear una escuela de cada individuo que se cree poseedor de la verdad. Pero detrás de eso se encuentra el ego, no el Ser, puesto que el ser trasciende, es el Todo, es Dios. Si ese individuo consigue discípulos tenemos un falso camino con un falso gurú.
Con esto no quiero decir que haya que ser religioso, tal como son las religiones y sus estructuras jerárquicas, rituales, creencias de que cada una es la que posee la verdad y el camino a ella. Hay personas que se reafirman en su vida con el colectivo de su religión y mientras no tengan la idea de poseer la verdad, que es la esclavitud del fanatismo, pueden encontrar así el Ser.
Hay personas no religiosas que buscan el Todo, la Unidad, el Ser colectivo, Dios desprovisto de ningún atributo humano. No son radicales, se cuestionan, buscan la trascendencia. No son religiosos y sí tienen esta espiritualidad desarrolladao preparada para empezar a desarrollarse.
El radicalmente antireligioso que niega la trascendencia no la puede buscar porque no la concibe, no la abstrae, no ve la meta.Quién niega fanáticamente algo mayor en conjunto y que dé sentido a la vida, por cualquier razón de personas concretas en este mundo, tiene cerrada su evolución, dentro de su ego, porque niega el poder Ser de las personas.
Es la visión a corto plazo, el atribuirantropomorfismo a Dios,verle castigador, el que dice qué es y que no es pecado, al que adorar, la jerarquía religiosa, la idea del infiel no religioso o de otra religión, lo que se puede o no comer, etc. Todas estas cosas no son espirituales, son visiones limitadas humanas y si sólo se ve esto la evolución espiritual está aún lejos, ni se intuye.
CONCEPTOS BÁSICOS para entender mejor lo dicho:
(1) EL SER
Actuamos desde el ser cuando no nos identificamos con la mente parlanchina, más bien la observamos manteniendo la calma y aquietándola para evitar convertirnos en presa de su discurso. Para la consciencia o el ser, sólo hay una realidad que está basada en la verdad donde prima el bienestar común sobre el individual. Al no hacer juicios, ni califica, ni se compara.
Se rige por la Ley de Causa y Efecto y comprende que sólo haciéndose responsable de sus actos puede generar mejores resultados, «Ley de correspondencia»; no se avergüenza de sus errores y aprende de ellos para no repetirlos. Al no tener complejo de inferioridad es totalmente libre y se muestra como es, entiende que todos somos iguales y no necesita ser mejor o competir con nadie ya que comprende que todos somos parte de lo mismo y estamos hechos de la misma esencia.
Cuando se vive desde la consciencia hay plena satisfacción pues esta viene de dentro y no de fuera. Mantiene su energía equilibrada y gracias a esto no siente carencia ni intenta manipular con el fin de obtener del entorno la realización, la obtiene entregando toda su energía a todo lo que la rodea.
El ego no puede sobrevivir en el momento presente, estando presentes damos lugar al despertar de nuestro ser y es así como entendemos que resistirnos a lo que ya es no tiene sentido. Desde aquí aceptamos nuestras circunstancias de vida sin luchar contra ellas.
(2) EL EGO
El ego es nuestro instinto de supervivencia emocional. También se le denomina «personalidad» o «falso yo». No en vano, el ego es la distorsión de nuestra esencia, una identidad ilusoria que sepulta lo que somos verdaderamente. Es como un escudo protector, cuya función consiste en protegernos del abismo emocional que supone no poder valernos ni sobrevivir por nosotros mismos durante tantos años de nuestra vida. El ego -que en latín significa «yo»- también es la máscara que hemos ido creando con creencias de segunda mano para adaptarnos al entorno social y económico en el que hemos nacido y nos hemos desarrollado.
Esta forma de inconsciencia tiene un sentimiento continuo de carencia, no acepta su circunstancias actuales, permanece en la lucha, mendiga, necesita aprobación de los demás, se compara, vive insatisfecha y tiene un poderoso complejo de inferioridad que disfraza intentando ser superior.
Utiliza el tiempo como herramienta para mantenernos distraídos de la verdad, se mantiene rechazando o añorando el pasado y vive enfocado en un futuro que le ofrezca la salvación, pues del presente nada lo satisface. No asume los errores, equivocarnos nos hace imperfectos y su complejo de inferioridad lo empuja a querer ser mejor que quienes lo rodean, por esto siente la necesidad de esconder sus faltas para sobresalir; convirtiéndonos en esclavos de su autoimagen o máscara social y privándonos de la libertad de mostrarnos como somos, poder ser humanos y errar.
Se esconde tras el ideal de justicia y lo utiliza para justificar su comportamiento negativo frente al entorno que se basa en la resistencia a lo que es, la necesidad de controlar, la codicia, la sed de poder, la defensa y el ataque. Actúa de esta manera porque se percibe como un ente separado de sus semejantes y por tanto puede llegar a utilizarlos para alcanzar sus fines.
SIEMPRE ADELANTE, HACIA LA SABIDURÍA SI FUERA POSIBLE
Una vez estudiado este tema de que se necesita, al menos yo necesito, la trascendencia espiritual para mejorar como persona y aproximarmeal bienestar verdadero, sigo caminando.
Ahora he comenzado a leer «Los grandes iniciados» para ahondar lo más posible en quienes somos y nuestra misión en la vida. Personajes históricos que se han dirigido a la iluminación.
Es un libro escrito en 1889 ¿Acaso lo que haya de «verdad» y el «espíritu» cambian con el tiempo o son permanentes?
El día 14 de febrero es el día de los enamorados. Es en origen una fiesta religiosa cristiana, como muchas otras para sustituir a fiestas paganas, unidas a la naturaleza. Es la época en que muchas aves buscan pareja con la proximidad de la primavera.
El emperador romano creía que los soldados solteros luchaban mejor y un sacerdote, en desacuerdo, casaba parejas a escondidas. Fue capturado y torturado hasta morir. Historia de San Valentín
Es curioso que una religión que ensalza y tendría que tener como guía central el amor haya rechazado este día, cambiado los santos del 14 de febrero en 1969.
¿Será por las connotaciones sexuales del amor de pareja? ¿Porque se hacen regalos y parece algo comercial?
El amor es muy amplio y un sentimiento noble, que une e implica entrega y cuidado. Quien tiene pareja puede sentir ese gran amor o no:
– Si se siente cada día es un regalo y aderezar esto alguna vez con detalles, aunque solamente sea una postal, es un bálsamo sanador en un mundo egoísta y de espaldas al planeta en que vive. Bienvenido ese día.
– Si no se siente y se está en pareja por otro motivo ¿hace daño ese detalle o aunque sólo sea felicitar al otro? Yo sigo viendo el bálsamo sanador, una oportunidad de disculpa o de regreso al punto de discordia para andar un mejor camino. No todas las oportunidades se aprovechan y está bien que existan.
Y ¿porqué sólo celebrar una forma de amor? ¿Tiene que sentirse mal este día alguien por no tener pareja? NO, porque el amor es un motor que tendría que ser el del mundo. Se ama al amigo, al familiar, a alguien. Personas que no amen las hay pero prefiero pensar que pocas. Amar molesta al que no ama, sólo al que no ama, porque envidiar a quien ama o es amado, visto positivamente, es querer amar y ser amado, un deseo y no una molestia. Es echar de menos algo posible.
Hay países en los que no se restringe esta fiesta a las parejas y me gusta esa forma de hacer. Felicitarse porque se siente amor, porque se quiere, porque le importamos a alguien y porque nos importan otros.
Felicitaré a mi pareja, daré y recibiré un regalo, sí.
También felicitaré a quienes les importo, a quienes me importan, hasta a mis perros voy a decirles que los amo. Porque yo veo fechas en el calendario pero el amor no las ve, se siente siempre.
De joven no comprendía este día, me parecía una afrenta para quienes no tienen pareja. Tenía la visión aprendida de tener que ir contracorriente. Un día se madura y todo cambia, amplias tu visión, piensas por tí misma, te vuelves detallista, más comprensiva, entiendes mejor al amor y te das cuenta de que celebrarlo, sea o no 14 de febrero, es positivo, sanador, solidario.
Enlazo con 2 entradas antiguas sobre el amor. No todo es felicitar o regalar, también reflexionar.
Tema difícil definir la felicidad, porque es diferente para cada persona. Hace unos días me decía alguien que «todo el tiempo que le dejaba libre su trabajo tenía que dedicarlo a ser feliz. Expresaba así no tener tiempo para dar apoyo a quién lo necesitara, aunque fuera parte de su vida, si tenía un problema«. Cualquier persona que base su felicidad en el altruismo se echaría las manos a la cabeza. También excluía el trabajo como tiempo de posible felicidad.
Me hizo pensar mucho sobre la felicidad e intentar imaginar que alguien pudiera no querer ser feliz. No me parece posible eso. La mayoría de filósofos la sitúan en el interior, en sentirse bien con uno mismo, suceda lo que suceda alrededor. La felicidad según grandes filósofos
Me acordé de un cuento del psicólogo Jorge Bucay que leí hace muchos años y era más o menos así como lo recuerdo:
Un hombre iba viajando y se acercaba a un pueblo. A la entrada había un cementerio y miró algunas lápidas. Cuál fue su sorpresa cuando vio que todas eran de niños de corta edad, el muerto más mayor tenía poco más de 11 años. ¿Qué terrible epidemia o desgracia habrá pasado en la que murieron tantos niños?
Entró en el pueblo, angustiado por saber que tragedia era aquella. Al primer hombre que vio le preguntó lo sucedido, tan terrible. El hombre le explicó:
«En este pueblo todos llevamos un cuaderno desde la infancia donde vamos anotando el tiempo que somos felices. Un beso apasionado son tres días de felicidad, un amor correspondido los meses que dura, así cada cosa que da alegría. Y vamos sumando. Cuando alguien fallece miramos cuanto tiempo ha sido feliz y es el que ponemos en su lápida. Ese es el tiempo verdaderamente vivido. No hay ninguna tragedia»
El viajero salió del pueblo y siguió su camino. Aún le quedaban muchos lugares por visitar y donde aprender cosas nuevas.
En efecto, ser feliz el 100% del tiempo no parece posible. Como prácticamente todas las metas, no se alcanzan de cualquier forma sino a través del tiempo, del proceso de búsqueda del objetivo. ¿Será la felicidad conseguir realizar todo lo que habíamos proyectado hacer? ¿O será aceptar los momentos vitales, tal como van surgiendo, extrayendo lo positivo? A mí me convence más la segunda pregunta, ya que la primera es muy raro que suceda y además, una vez logrado no quedaría nada por realizar, aparecería el aburrimiento y el vivir del pasado, el salto de un momento feliz a ser desgraciado.
Haber alcanzado la total felicidad como preludio de, ante la impotencia de mejorarlo, la paradoja de perderla en ese instante. Porque los seres humanos somos siempre aprendices, buscadores del crecimiento continuo. Tenerlo todo, saberlo todo (imposible pero hay quienes se lo creen) es perder la capacidad de evolución y ese estado es haber muerto por dentro en un cuerpo vivo. Ese espejismo es de poca inteligencia, falso y por esto un sucedáneo de la felicidad.
Según el esquema de valores de cada persona, su órden de prioridades, depositará su felicidad en lo que crea más importante. Para unos es el dinero, para otros las fiestas, las risas, la paz, la espiritualidad, su vocación, ayudar a otros, etc.
Así podemos ver como alguien que se dice feliz para nosotros se ve solamente superficial, y alguien que dice buscar la felicidad, sentir desde nuestra perspectiva que ya lo es en la medida en que no se puede conseguir del todo.
Somos seres sociales, por esto ser felices es complementado por la felicidad de quienes están a nuestro alrededor y por nuestra colaboración a que esto sea así: En la familia, la pareja, los amigos, nuestro círculo próximo. Ante este fenómeno hay dos posibles formas, alejarse de los problemas de nuestros allegados o apoyarles.
Alejarse lo hará quien sea egoísta, temeroso de perder su sucedáneode felicidad, porque en su interior sentirá frágil su deseada felicidad.
Apoyar lo hará quien sea generoso, fuerte en el camino de la felicidad duradera, con un interior rico que compartir.
La sociedad actual tiene más fácil la acción de alejarse que la de apoyar, el egoísmo está más de moda que la generosidad, la dureza pétrea más que la fuerza de la flexibilidad. Si es más fácil tener una copia falsa que un original, se aparenta, se confunde el sucedáneo con la verdad. El resultado es, elevado a lo general, el deterioro del planeta por nuestra especie y, por sonreír, creerse feliz al aparentárlo.
Un ser humano, si es feliz huyendo de tomar responsabilidades, de ser positivo y solidario, de amar a sus congéneres cercanos, si lo hace con engaños… vamos a pararnos a pensar un momento en esta persona, a acercarnos a la meditación y lo que nos dice el budismo como una de las más eficaces fuentes defelicidad (yo no soy budista, lo aclaro):
Sin compasión (comprensión, empatía y solidaridad) no puede haber felicidad verdadera.