Me ofreció amistad al dejarme como pareja, pero mentía porque me bloqueó en todas las redes.
Mi falla En Plom – Guillen de Castro también me bloqueó en Facebook al borrarme esta persona. Yo les había informado de mi enfermedad y ni caso. Discriminación a las personas con limitaciones físicas.
Yo pagaba desde la compra del supermercado a el camping de todo el año, pasando por el tabaco, las comidas encargadas en las aplicaciones móviles, todo me lo fue metiendo poco a poco.
Sabiendo la gravedad del cáncer del perro ni una vez ha preguntado por él.
Me dijo que no aguantaba mi enfermedad, que es una forma leve y no necesita cuidados.
Me llamó vaga y que quería echarle encima todo el trabajo. La casa la limpia y lava una señora y la comida la traía de un restaurante todos los días de la semana.
Hacía su vida libremente, comía con quién quería, se iba y venía de cervezas sin dar explicaciones, en la televisión se veía lo que elegía, hacía deporte de lo poco que se cansaba conmigo (demostrado que no tenía que cuidarme).
Nunca me quejé, aunque tenía a veces malestar postesfuerzo que me obligaba a estar en cama, pero no me acompañaba.
SE OFENDIÓ porque todo ha sido aireado a los cuatro vientos, PORQUE LA VERDAD NO SE ESCONDE y no se puede rebatir. Huye el cobarde, habla el enfermo con valentía.
Me cogía la mano para mantenerme oculto SU ENGAÑO, porque no me quería.
Yo distingo muy bien entre qué es calificar e qué es insultar. La RAE en sus primeras acepciones de ambas palabras lo deja bastante claro.
CALIFICAR dice que es: «Apreciar o determinar las cualidades o circunstancias de alguien o de algo.»
INSULTAR dice que es: «Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones.»
La diferencia es que calificar se ajusta a la verdad e insultar no, porque se hace para molestar y qué mejor que exagerar peyorativamente.
Las personas tenemos unas conductas a lo largo de nuestra vida, a veces buenas y a veces no tanto, por ideologías o cualquier otra influencia. Todos creemos que lo hacemos todo bien o somos unos psicópatas, porque hacer cosas sabiendo que son malas, a mí al menos, me cuesta asimilarlo.
Hoy en día tenemos las redes socialesy podemos, si es nuestra forma de aminorar los daños recibidos, expresarnos en ellas. Siempre será adecuado utilizar calificativos (ajustarnos a la verdad) y no insultos (falsedades para molestar).
Hay personas llenas de secretos y otras que no tenemos ninguno. Es muy saludable airear lo que nos daña y así nos lo dicen los psicólogos. Tragarse las cosas en silencio destroza por dentro. Recuerdo aquella psicóloga que en un terrible momento de mi vida me dijo: «Cuentalo, díselo a todo el mundo, las veces que necesites hasta que deje de doler». Así lo hice y un día dejó de doler, sí. Ahora me encuentro en otro terrible momento de mi vida y he escrito mucho en redes, he contado mucho por teléfono, en persona y lo haré hasta que deje de doler.
Mi reflexión la traigo porque en todo momento CALIFICO y en ningún momento insulto. Yo cuento lo que sucede tal cual es de verdad. Otra cosa es que se califique un hecho no ajustado a la ética, al comportamiento moral que se considera el correcto en ese aspecto.
Pero muchas personas ven los calificativos como insultos. Bueno sería que repasasen si sus hechos son inaceptables para ellas mismas si ven insultos donde sólo hay verdad.
Ejemplo: Si alguien te promete que te dará algo y nunca lo hace, decir que no tiene palabra o que ha mentido es ajustado a los hechos y un calificativo justo. Ya si lo ve un insulto indica que no tiene moral para ver que no es correcto mentir y faltar a la palabra dada, por tanto se ha de aceptar su actitud déspota como normal y ni nombrarla.
El diálogo privado o público consiste en buscar el consenso basado en la aceptación de los calificativos y, por tanto, no sentirse ni molestado ni insultado por que se sepa un comportamiento que ve normal.
¿Porqué ofende que se cuente la verdad si uno cree que se ha comportado bien? ¿O es porque sabe que su comportamiento, calificado con la verdad, es inmoral?
Para que no se sepa lo que uno hace mal lo mejor es no hacerlo o sino recibir de buen grado que todos sepan como uno se ha comportado de mal.
No somos santos ni demonios, tenemos de ambos. No queramos aparentar lo que no somos.
Todos en la vida tenemos momentos felices y también otros muy duros de pasar. En ocasiones hablamos con alguien, nos desahogamos. Si perdemos los papeles, nos entra ansiedad, temblamos y lloramos indefensos, por un suceso muy desagradable y podemos tener reacciones diversas en nuestro confidente.
Me ocurrió cuando sufrí la estafa de mi tarjeta Visa en internet. Entraron los mensajes al teléfono, llamé para anular los cargos o anular la tarjeta o ni sé bien qué para intentar solucionarlo. Era por la tarde y mi pareja tenía previsto venir y quedarse a dormir como muchas otras veces. Yo apenas había acabado la llamada, que ni recuerdo, y había sacado el Licor 43 para ponerme un chupito, a ver si me tranquilizaba un poco.
Esperaba para no estar sola, porque mis perros me miraban como cuando se dan cuenta de que realmente te sientes mal. Sonó el videoportero y abrí sin ni hablar por el telefonillo. En cuanto estuvo en casa se sentó en el sofá a mi lado, con la cara muy seria. Me cogió la mano y yo me apoyé en su hombro para llorar. No era tanto por el dinero como por darme cuenta de la inmensidad de la red y la desnudez en materia de datos que hay. Era como estar al borde de un precipicio y a mí las alturas me dan mucho miedo.
A su entrada, entre sollozos, le había contado lo ocurrido. Tampoco recuerdo eso, ni lo que al día siguiente me dijo: «Estabas todo el rato repitiendo lo mismo, no entrabas en razón». Y es que se fue a su casa a dormir, poniendo de excusa que para trabajar el día siguiente necesitaba otra ropa diferente. Pero en el recibidor había dejado una bolsa al entrar, en la que llevaba todo lo necesario para quedarse la noche. Cómo me vio así la había dejado fuera del salón, no necesitaba entrarla más dentro de casa para lo que iba a hacer.
Allí me quedé llorando asombrada, abandonada. Al día siguiente le envié un WhatsApp diciendo teníamos que hablar de la coraza que se ponía ante las emociones tristes y tensas de los demás. ¿Qué creéis que respondió?
La respuesta era larguísima, curioso para alguien que está trabajando y no puede parar. Con mucho enfado que yo le había ofendido gravemente al decir que se ponía coraza, que me había atendido bien. Decía que yo repetía y repetía lo mismo y no había sido capaz de hacerme entrar en razón, porque al día siguiente se resolvería y no tenía importancia. Lo había pensado y me dejaba, porque si yo tenía tiempo de ir ayudando a la gente no era su caso: «Cuando salgo de trabajar sólo tengo tiempo para ser feliz».
Aquello que se solucionaba al día siguiente, según su versión, ha tardado un mes en estar solucionado por el banco tras varios trámites y porque he tenido suerte, podía no haberse solucionado, falta la parte judicial mas lenta y me he quedado sin pareja.
Está de moda no implicarse en los problemas de los demás. Te dicen lo que tú quieres oír, de preparar la convivencia, de estaremos siempre con este amor, más mentiras y no es que una sea tonta… Estás enamorada y te vendas los ojos para no ver la realidad.
Está de moda no dar la cara para cerrar algo que se ha abierto en persona y con proximidad. WhatsApp sirve para dejar relaciones serias (eso cree una) con un mensaje escrito y acto seguido, de una forma pueril, el bloqueo. Yo, que aún tengo gusto por el trato personalizado de sentarse a una mesa y dar la mano cuando vas a algún comercio u oficina. En la vida privada, que aún tiene que tener un trato mucho más cuidado y lleno de respeto, me encuentro con esto, que es una falta de educación, ética y mínima empatía tan grande como el Titanic.
He de decir que tengo buenas amistades, pero el teléfono móvil y sus redes sociales se han hecho dueños de nuestras vidas. Nos vemos mucho menos, se pierde en comunicación.
También antes mirabas a una persona a los ojos y tenías referencia de si era buena gente o no. Ahora, todo lo que se está perdiendo en calidad humana interna, se está mejorando en picardía, interpretación teatrera de falsedades, maldad. El siglo XXI y ya el final del XX han llevado a consumir personas igual que se consumen electrodomésticos o aparatos electrónicos. ¿Un problema en el televisor? Lo tiro y me compro otro. ¿La pareja tiene un traspiés y llora? La tiro y me busco otra. Muy triste forma de vivir que nos hace daño a quienes funcionamos con los principios y valores de nuestros padres: «Lo bueno es lo que dura», «si está triste llorando se queda uno hasta que esté mejor» y «las cosas hablándolas se entienden».
¿Sabéis que hice cuando me quedé abandonada sola esa noche de incomprensión y egoísmo? ¿Cuando por última vez vi a quien creía mi pareja para siempre?
Lo que hacía cuando era jovencita, escuchar música. Pero ahora me puse a ver DVD y Blu-ray de Conciertos de Michael Jackson. Todo lo que tengo de él en mi casa. Su extraordinaria amabilidad en This is it… esa es la idea de la educación, cariño en el trato, comprensión, que yo quisiera fueran lo habitual entre las personas.
Michael ensayaba una y mil veces, hasta que pareciera espontáneo todo lo que hacía: bailar como nadie, cantar como un ángel, ser el Rey, porque para mí los reyes se hacen por sus méritos, no nacen hijos de la nobleza monárquica. El artista que más ha donado para caridad de todos cuantos hay. Como no quería dar entrevistas la prensa le vapuleada a cambio. Fue incomprendido como persona por muchos, como persona de alta sensibilidad PAS (tenéis una entrada en el blog de ese tema), eso se veía sin necesidad de tests. Le ocurrió que ser especialmente brillante crea envidias y enemigos. Un impresentable de mi profesión, que me da vergüenza ajena, le mató, porque este mundo mandado por el dinero, valoraba que muerto se le sacaría más que vivo.
Recuerdo los dibujos animados de los Jackson Five, como siempre desde ese tiempo, ha estado en mi vida. Sin remedio necesitamos mitos, la realidad es demasiado cruda para llevarla sin música, sin arte, sin quienes subimos en nuestros pedestales, sin fallarnos nunca.
Da igual si me bloqueas en WhatsApp, sigo siendo muy valiosa porque sé amar, acompañar, he dedicado mi vida a cuidar profesionalmente a los demás y lo he hecho bastante bien. Soy yo quien se tiene que mirar al espejo del alma cada día y gustarme. Si eso hace que sea más fácil sufrir de vez en cuando también me gusta ayudar a la gente y comprenderla. Yo no huyo, yo sé compartir. Es lo que me gusta, me emociona y me ilusiona.
Quien me despidió con un WhatsApp, antes me había animado a publicar mi libro «Pasas como el azar». No está para verlo hecho realidad, para encontrar que alguna poesía está escrita para mi Rey, Michael Jackson. Normal, siempre ha estado y estará, porque demasiadas personas entran en nuestra vida y pasan como el azar… Michael no.