Hoy no las veo, no he salido. En la calle de mi balcón no hay árboles. El sol pasa más bajo, no sé calcular las horas. Tocaron el reloj y desajustaron mi equilibrio, ese tan frágil de ánimo… ¿qué hora será? Va a poco el día, crece la noche y caen continuamente las hojas. Hoja perenne o caduca, caen, baja la vitalidad de la naturaleza.
Me levanto cansada, oigo «me hago mayor» cuando no es cierto, son hojas caídas también dentro de nosotros, de las almas y los cuerpos. Sé que es otoño, extrañamente cálido y pandémico este año. Interactúo sin querer con esta estación sin remedio porque el tren de la vida está hoy en ella. En estas latitudes es así el eterno giro del año.
Hay lugares sin estaciones y no sé cómo sienten el devenir de los meses. Pero aquí… hay otoño, hay hojas en el suelo… y sin ganas esbozo una sonrisa pensando que pasará una vez más y quedará atrás.