Cuando ves a las muy buenas personas irse de este mundo, pasan muchas cosas por la cabeza.
¿Qué nos llevamos?
Nuestros actos, nuestros afectos, los comportamientos. También tener principios, eso que no está de moda pero algunos ya somos suficientemente mayores como para tenerlos por código de conducta:
Ser de palabra, ayudar si se puede, disculparse sin soberbia, saber perdonar, propiciar las conciliaciones.
Respetar y hacerlo más cuanto más mayor, enfermo, discriminado, olvidado es quién va a recibir ese respeto.
Me dan pena quienes me retiraron el saludo, los que pasaron de largo sin verme, los que me mintieron, los que me empujaron a sentir fealdades con su forma de hacer tan mal las cosas.
Me dan pena porque yo también he hecho alguna vez esas mismas cosas y siempre salí perdiendo:
Perdí gente bella, gente por conocer, parte de mi educación, parte de familia. Perdí ganas de seguir teniendo principios… Y no puedo como no puedo dejar de confiar en la palabra y la bondad de las personas, por muchas traiciones que me haga el tiempo.
Son traiciones que duelen en el alma, pero son por inmadurez, falta de perspectiva, no entender lo importante de la vida, lo frágiles que son los orgullos momentaneos, el atrevimiento pueril.
Sí, me dan pena porque algún día será tarde, verán lo que hoy yo veo y me habré ido como la persona que, al haberse ido, me ha hecho reflexionar muy adentro.
Sé qué me dirías: «No se puede perder lo que nunca se ha tenido.» Lo soñaste, porque la verdad no cambia. No sientas pena, no se enteran de que lo que se da se recibe y si no les gustas es porque les das el reflejo de sus propios errores.
Pierdo oportunidades, vivencias, alegrías, aliados, cosas que compartir, vida al fin y al cabo… todos pierden también, lo sepan o no, hasta los más inocentes que no lo merecen.
Cosas de gente que no sabe todavía lo más importante de la vida: Principios, buenos actos, afectos verdaderos, comportamientos conciliadores.

Cosas mías… que tengo la mejor pareja del mundo y su vida es mi vida, mi vida es la suya. El querer compartir todo sin límites.