TRIUNFADORES PISANDO LAS CABEZAS DE LOS DEMÁS

Todos conocemos a personas que van por la vida sacando provecho de los demás. No soy objetiva al decir que la entrada en el nuevo milenio, este siglo XXI, ha hecho que la cara ya no sea el espejo del alma. Porque algunos tienen mucho carisma o son tan buenos mintiendo que no dejan ver esa forma de actuar. Esto nos genera miedos, desconfianzas, a todos los niveles, desde los negocios compartidos a las relaciones personales.

Impera el egoísmo y el éxito personal sobre el colectivo, con decir lo que la otra persona quiere oír sin que sea la verdad, crear tramas a escondidas, corrupciones, con ganas de engañar para lograr algo perjudicial para el otro. Hay un dicho “Hecha la ley, hecha la trampa”.

No es lo mismo cumplir la ley que tener moral (o ética). Muchas personas las consideran lo mismo, con lo que cumpliendo las leyes se sienten con derecho a decir que hacen las cosas bien. Pero veamos las definiciones en diccionario de la real academia de la lengua española (dle.rae.es) de las dos cosas (no hace falta más que ver los significados, es muy sencillo):


Ley:

  1. f. Regla fija a la que está sometido un fenómeno de la naturaleza.
  2. f. Cada una de las relaciones existentes entre los diversos elementos que intervienen en un fenómeno.
  3. f. Precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados.
  4. f. En el régimen constitucional, disposición votada por las Cortes y sancionada por el jefe del Estado.
  5. f. Religión, culto a la divinidad. La ley de los mahometanos.
  6. f. Lealtad, fidelidad, amor. Le tengo ley.
  7. f. Calidad, peso o medida que tienen los géneros, según las leyes.
  8. f. Cantidad de oro o plata finos en las ligas de barras, alhajas o monedas de oro o plata, que fijan las leyes para estas últimas.
  9. f. Cantidad de metal contenida en una mena.
  10. f. Estatuto o condición establecida para un acto particular. Leyes de una justa, de un certamen, del juego.
  11. f. legislación (‖ conjunto de leyes). El Gobierno debe actuar conforme a la ley.
  12. f. Cada una de las disposiciones comprendidas, como última división, en los títulos y libros de los códigos antiguos, equivalentes a los artículos de los actuales.

Moral:

  • 1. adj. Perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva.
  • 2. adj. Conforme con las normas que una persona tiene del bien y del mal. No me parece moral.
  • 3. adj. Basado en el entendimiento o la conciencia, y no en los sentidos. Prueba, certidumbre moral.
  • 4. adj. Que concierne al fuero interno o al respeto humano, y no al orden jurídico. Aunque el pago no era exigible, tenía obligación moral de hacerlo.
  • 5. f. Doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican.
  • 6. f. Conjunto de facultades del espíritu, por contraposición a físico.
  • 7. f. Estado de ánimo, individual o colectivo. Tengo la moral por los suelos.
  • 8. f. Ánimo para afrontar algo. Se necesita tener moral para aguantar tantas penalidades.
  • 9. f. coloq. En actividades que implican confrontación o esfuerzo intenso, confianza en el éxito.

Las leyes, en general, son un conjunto de normas que se establecen para algo con la consecuencia de algún tipo de represalia o sanción al incumplirlas. Las hacen las personas elegidas por el pueblo en los sistemas democráticos o por los deseos de una persona o grupo en las dictaduras.


La moral atañe en su concepto al bien o mal que se causa. Con mucha simpleza diríamos que bien es lo que beneficia al individuo y la colectividad en el amplio concepto de la naturaleza pura (sin intervención humana). Mal el opuesto.
Algo puede ser legal y estar mal moralmente, dependiendo de cada persona, creencias, etc. Ejemplo: A mí no me gusta que maten lobos y hay leyes que lo permiten, para mí carentes de moralidad. Seguro que a tí alguna ley no te gusta y según tu moral la cambiarías.


También ocurre al contrario, hay comportamientos morales que son ilegales. Todo lo que hace un bien a alguien, como es por ejemplo: la labor de barcos humanitarios que recogen refugiados e inmigrantes y hay sanciones y pegas porque hay países que dicen son incumplimientos de su ley. Dejarles ahogarse en el mar es legal pero no es moral en absoluto.
Habría mucho que hablar sobre los derechos humanos, la propiedad intelectual, la propiedad privada, la corrupción, los vacíos legales, la lógica moral en el ser humano.
Las conductas humanas causantes del cambio climático han sido, por sus consecuencias, muy poco morales. El planeta entiende de moralidad y no de leyes humanas. Así va por saltarnos lo más importante que es usar la cabeza para pensar en los demás, para cuidar la naturaleza y vivir de acuerdo con la austeridad que esto requiere: menor consumo de plásticos, usar los aparatos hasta que se estropean, procurar no ir en avión si hay otro medio de transporte porque es el que más carburante gasta con mucha diferencia, y más actividades que hagan sostenible nuestra existencia como especie sin ser lesivos para nuestro hogar, este planeta que es tan bello y de vez en cuando nos dice que manda el (terremotos, volcanes, huracanes, riadas, sequías, cambios de temperatura…)


Ejemplos de inmoralidad que no protege la ley:

  1. Las medidas migratorias de los países occidentales https://www.facebook.com/1744564602422397/posts/2373685886176929/
  2. Tener una idea original para mejorar algo. Más vale que la patentes, registres o hagas lo que diga la ley humana para asociarla a ti. Si no pones tus medios para lograrlo y, para mejorarla creas un equipo, compartes la responsabilidad porque confías en que es más enriquecedor que ser alguien individual (casi siempre lo es), a la primera de cambio es posible que veas que te excluyen de ese equipo y se adueñan de tu idea y medios, tu prestigio te es arrebatado. Y no pasa nada porque si no tenías la propiedad intelectual, ese registro legal, es una falta a la moral que no es ley ni reclamable ni solucionable. Un ejemplo: Hace 10 años creé una página en la red Facebook, poco tiempo después nombré dos personas cómo administradores por si yo no entraba alguna temporada. Hay circunstancias personales que me hacen ausentarme a veces. Una de esas personas en una de estas épocas se quedó la administración única y, aunque le pedí que me devolviera mi puesto al darme cuenta, me lo negó. Escribí a Facebook de España y de EEUU pero no me han hecho caso ninguno. Mi creación me ha sido sustraída legalmente pero inmoralmente, pues esa red social por lo que se ve guarda muchos datos como todas, pero no conoce lo que es la propiedad intelectual de quien abre una página.
  3. Se invita a la casa a una persona de supuesta confianza y roba al anfitrión. Pero no entró por la fuerza, oh, y es una palabra contra la otra según la policía, no hay caso.

Podría seguir folios y folios. La conclusión es que confiar la mayoría de veces sale muy bien y unas pocas mal. Mejor siempre que se pueda todo plasmado en documentos que sean legales.

Hay “triunfadores de verdad” que benefician a toda la comunidad, brillantes que destacan por su valía y “ganadores de medio pelo” que, porque son torpes y mediocres, lo hacen pisoteando de una forma inmoral a quienes están a su alrededor y que a veces son los verdaderos artífices del triunfo.


La psicología describe en referencia a la autoestima que depende de nuestro interior, sin nada de fuera que influya si es buena de verdad. Pero encontraremos a muchas personas que aplastan a quienes tienen alrededor porque así, por comparación, ven la suya más alta aunque sea igual que era.


Hace un par de días un taxista me decía: «En el mundo hay muchos demonios y cerdos. Si dejamos fuera eso cuando volvemos a casa y tenemos nuestro círculo con nuestra familia y nuestros animales, no nos afectará y podemos estar alegres, bien.»
Mucha sabiduría en esas palabras, es cierto que hay muchas personas sin sentimientos o con pocos, que él llamaba demonios y yo psicópatas.


Este artículo sobre “los ganadores de medio pelo” me gusta:
Si quieres ser grande, no pises a los demás, crece tú. https://lamenteesmaravillosa.com/quieres-grande-no-pises-los-demas/

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QUEREMOS SER FELICES

Tema difícil definir la felicidad, porque es diferente para cada persona. Hace unos días me decía alguien que «todo el tiempo que le dejaba libre su trabajo tenía que dedicarlo a ser feliz. Expresaba así no tener tiempo para dar apoyo a quién lo necesitara, aunque fuera parte de su vida, si tenía un problema«. Cualquier persona que base su felicidad en el altruismo se echaría las manos a la cabeza. También excluía el trabajo como tiempo de posible felicidad.

Me hizo pensar mucho sobre la felicidad e intentar imaginar que alguien pudiera no querer ser feliz. No me parece posible eso. La mayoría de filósofos la sitúan en el interior, en sentirse bien con uno mismo, suceda lo que suceda alrededor. La felicidad según grandes filósofos

Me acordé de un cuento del psicólogo Jorge Bucay que leí hace muchos años y era más o menos así como lo recuerdo:

Un hombre iba viajando y se acercaba a un pueblo. A la entrada había un cementerio y miró algunas lápidas. Cuál fue su sorpresa cuando vio que todas eran de niños de corta edad, el muerto más mayor tenía poco más de 11 años. ¿Qué terrible epidemia o desgracia habrá pasado en la que murieron tantos niños?

Entró en el pueblo, angustiado por saber que tragedia era aquella. Al primer hombre que vio le preguntó lo sucedido, tan terrible. El hombre le explicó:

«En este pueblo todos llevamos un cuaderno desde la infancia donde vamos anotando el tiempo que somos felices. Un beso apasionado son tres días de felicidad, un amor correspondido los meses que dura, así cada cosa que da alegría. Y vamos sumando. Cuando alguien fallece miramos cuanto tiempo ha sido feliz y es el que ponemos en su lápida. Ese es el tiempo verdaderamente vivido. No hay ninguna tragedia»

El viajero salió del pueblo y siguió su camino. Aún le quedaban muchos lugares por visitar y donde aprender cosas nuevas.

En efecto, ser feliz el 100% del tiempo no parece posible. Como prácticamente todas las metas, no se alcanzan de cualquier forma sino a través del tiempo, del proceso de búsqueda del objetivo. ¿Será la felicidad conseguir realizar todo lo que habíamos proyectado hacer? ¿O será aceptar los momentos vitales, tal como van surgiendo, extrayendo lo positivo? A mí me convence más la segunda pregunta, ya que la primera es muy raro que suceda y además, una vez logrado no quedaría nada por realizar, aparecería el aburrimiento y el vivir del pasado, el salto de un momento feliz a ser desgraciado.

Haber alcanzado la total felicidad como preludio de, ante la impotencia de mejorarlo, la paradoja de perderla en ese instante. Porque los seres humanos somos siempre aprendices, buscadores del crecimiento continuo. Tenerlo todo, saberlo todo (imposible pero hay quienes se lo creen) es perder la capacidad de evolución y ese estado es haber muerto por dentro en un cuerpo vivo. Ese espejismo es de poca inteligencia, falso y por esto un sucedáneo de la felicidad.

Según el esquema de valores de cada persona, su órden de prioridades, depositará su felicidad en lo que crea más importante. Para unos es el dinero, para otros las fiestas, las risas, la paz, la espiritualidad, su vocación, ayudar a otros, etc.

Así podemos ver como alguien que se dice feliz para nosotros se ve solamente superficial, y alguien que dice buscar la felicidad, sentir desde nuestra perspectiva que ya lo es en la medida en que no se puede conseguir del todo.

Somos seres sociales, por esto ser felices es complementado por la felicidad de quienes están a nuestro alrededor y por nuestra colaboración a que esto sea así: En la familia, la pareja, los amigos, nuestro círculo próximo. Ante este fenómeno hay dos posibles formas, alejarse de los problemas de nuestros allegados o apoyarles.

Alejarse lo hará quien sea egoísta, temeroso de perder su sucedáneo de felicidad, porque en su interior sentirá frágil su deseada felicidad.

Apoyar lo hará quien sea generoso, fuerte en el camino de la felicidad duradera, con un interior rico que compartir.

La sociedad actual tiene más fácil la acción de alejarse que la de apoyar, el egoísmo está más de moda que la generosidad, la dureza pétrea más que la fuerza de la flexibilidad. Si es más fácil tener una copia falsa que un original, se aparenta, se confunde el sucedáneo con la verdad. El resultado es, elevado a lo general, el deterioro del planeta por nuestra especie y, por sonreír, creerse feliz al aparentárlo.

Un ser humano, si es feliz huyendo de tomar responsabilidades, de ser positivo y solidario, de amar a sus congéneres cercanos, si lo hace con engaños… vamos a pararnos a pensar un momento en esta persona, a acercarnos a la meditación y lo que nos dice el budismo como una de las más eficaces fuentes de felicidad (yo no soy budista, lo aclaro):

Sin compasión (comprensión, empatía y solidaridad) no puede haber felicidad verdadera.