EL TAMAÑO DE UNA PERSONA

Cuando encuentro entradas de otros blog que me impresionan, me motivan, sabéis que os las pongo para que también podáis disfrutar como yo.

En esta ocasión tenéis esta maravilla sobre lo que hace grande o pequeña de verdad a una persona. Un texto bello y lleno de contenido.

Del blog EL AMBIGÚ DEL YOGA:

EL TAMAÑO DE UNA PERSONA

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TU PLENO ES EL MÍO

Cuando no compartimos se nos van los momentos,

Aunque tú no lo quieras, se nos caen los techos,

Y se escapa la vida… empapada en los sueños.

Me rompí hace mil años o tal vez en doscientos,

Porque estuve tan sola que me perdí por dentro,

Y olvidé de mí cosas… que en el tiempo no encuentro.

Cuando no me comprendes pierdo el asidero,

La amarra que sostiene reunidos mis sesos,

Y me pierdo en desiertos… donde marcho a buscarte.

Me sentí tan pequeña cuando no tenía besos,

Que crecí al encontrarte, medré a ver infinitos,

Pero la cruel cizalla… mira a amores perpetuos.

Cuando yo me repito en millones de intentos,

Te amo más que a la vida, más de lo que puedo,

Pero no me conformo… siempre, anhelo tu pleno.

Cuando tu te revelas, lloro yo por encuentros,

Me deshago en cariño, por tus complementos,

Y empatizo contigo… tanto que me consume lo que no compartimos.

Tú y tus circunstancias… es tu pleno y el mío

ELLA ESTABA

Ella estaba allí, con su nuevo pijama. Tirada en el sofá, de cualquier postura, sin interés por lo que solía gustarle. Aquellas series de ficción de la televisión por cable no podía seguirlas. Se perdía con los personajes, con la historia, imposibilitada de enlazar unas escenas con otras.

Cerraba los ojos, esos que tanto llevan llorado en toda una vida. Cansancio, un vacío gris dentro del pecho, dolores musculares. Las lágrimas no aparecían, como presas de una anestesia emocional que las negaba. Ella que ama sin medida, que se entrega, que no se preocupa de esconderse tras máscaras, se cae.

Una pasión desbordada en otros momentos, llacía apagada y hueca, molesta con su cuerpo y lejana de su mente. Echaba de menos su propio ser, su escasa vitalidad habitual.

Sin saber a donde mirar ¿para qué hacerlo?. Ella no era ese ser sin ansias ni futuro, atrapada en el presente doloroso, nervioso. No era una costumbre ni un nuevo sueño. Las caricias aliviaban su caída y le quedaba un lejano vestigio de deseo ahogado.

Ella se quedó así, hasta que se incorporó para acostarse sólo porque era la hora, la inercia. No sabía si al día siguiente se levantaría o se dejaría llevar por la inmovilidad, por unas horas de soledad en que no hacer nada.

Ella no recordaba sobrevivir, pero desayunó y después escribió un WhatsApp diciendo: «Estoy bien» aunque era mentira.

PENSANDO EN MI REY, MICHAEL JACKSON

Todos en la vida tenemos momentos felices y también otros muy duros de pasar. En ocasiones hablamos con alguien, nos desahogamos. Si perdemos los papeles, nos entra ansiedad, temblamos y lloramos indefensos, por un suceso muy desagradable y podemos tener reacciones diversas en nuestro confidente.

Me ocurrió cuando sufrí la estafa de mi tarjeta Visa en internet. Entraron los mensajes al teléfono, llamé para anular los cargos o anular la tarjeta o ni sé bien qué para intentar solucionarlo. Era por la tarde y mi pareja tenía previsto venir y quedarse a dormir como muchas otras veces. Yo apenas había acabado la llamada, que ni recuerdo, y había sacado el Licor 43 para ponerme un chupito, a ver si me tranquilizaba un poco.

Esperaba para no estar sola, porque mis perros me miraban como cuando se dan cuenta de que realmente te sientes mal. Sonó el videoportero y abrí sin ni hablar por el telefonillo. En cuanto estuvo en casa se sentó en el sofá a mi lado, con la cara muy seria. Me cogió la mano y yo me apoyé en su hombro para llorar. No era tanto por el dinero como por darme cuenta de la inmensidad de la red y la desnudez en materia de datos que hay. Era como estar al borde de un precipicio y a mí las alturas me dan mucho miedo.

A su entrada, entre sollozos, le había contado lo ocurrido. Tampoco recuerdo eso, ni lo que al día siguiente me dijo: «Estabas todo el rato repitiendo lo mismo, no entrabas en razón». Y es que se fue a su casa a dormir, poniendo de excusa que para trabajar el día siguiente necesitaba otra ropa diferente. Pero en el recibidor había dejado una bolsa al entrar, en la que llevaba todo lo necesario para quedarse la noche. Cómo me vio así la había dejado fuera del salón, no necesitaba entrarla más dentro de casa para lo que iba a hacer.

Allí me quedé llorando asombrada, abandonada. Al día siguiente le envié un WhatsApp diciendo teníamos que hablar de la coraza que se ponía ante las emociones tristes y tensas de los demás. ¿Qué creéis que respondió?

La respuesta era larguísima, curioso para alguien que está trabajando y no puede parar. Con mucho enfado que yo le había ofendido gravemente al decir que se ponía coraza, que me había atendido bien. Decía que yo repetía y repetía lo mismo y no había sido capaz de hacerme entrar en razón, porque al día siguiente se resolvería y no tenía importancia. Lo había pensado y me dejaba, porque si yo tenía tiempo de ir ayudando a la gente no era su caso: «Cuando salgo de trabajar sólo tengo tiempo para ser feliz».

Aquello que se solucionaba al día siguiente, según su versión, ha tardado un mes en estar solucionado por el banco tras varios trámites y porque he tenido suerte, podía no haberse solucionado, falta la parte judicial mas lenta y me he quedado sin pareja.

Está de moda no implicarse en los problemas de los demás. Te dicen lo que tú quieres oír, de preparar la convivencia, de estaremos siempre con este amor, más mentiras y no es que una sea tonta… Estás enamorada y te vendas los ojos para no ver la realidad.

Está de moda no dar la cara para cerrar algo que se ha abierto en persona y con proximidad. WhatsApp sirve para dejar relaciones serias (eso cree una) con un mensaje escrito y acto seguido, de una forma pueril, el bloqueo. Yo, que aún tengo gusto por el trato personalizado de sentarse a una mesa y dar la mano cuando vas a algún comercio u oficina. En la vida privada, que aún tiene que tener un trato mucho más cuidado y lleno de respeto, me encuentro con esto, que es una falta de educación, ética y mínima empatía tan grande como el Titanic.

He de decir que tengo buenas amistades, pero el teléfono móvil y sus redes sociales se han hecho dueños de nuestras vidas. Nos vemos mucho menos, se pierde en comunicación.

También antes mirabas a una persona a los ojos y tenías referencia de si era buena gente o no. Ahora, todo lo que se está perdiendo en calidad humana interna, se está mejorando en picardía, interpretación teatrera de falsedades, maldad. El siglo XXI y ya el final del XX han llevado a consumir personas igual que se consumen electrodomésticos o aparatos electrónicos. ¿Un problema en el televisor? Lo tiro y me compro otro. ¿La pareja tiene un traspiés y llora? La tiro y me busco otra. Muy triste forma de vivir que nos hace daño a quienes funcionamos con los principios y valores de nuestros padres: «Lo bueno es lo que dura», «si está triste llorando se queda uno hasta que esté mejor» y «las cosas hablándolas se entienden».

¿Sabéis que hice cuando me quedé abandonada sola esa noche de incomprensión y egoísmo? ¿Cuando por última vez vi a quien creía mi pareja para siempre?

Lo que hacía cuando era jovencita, escuchar música. Pero ahora me puse a ver DVD y Blu-ray de Conciertos de Michael Jackson. Todo lo que tengo de él en mi casa. Su extraordinaria amabilidad en This is it… esa es la idea de la educación, cariño en el trato, comprensión, que yo quisiera fueran lo habitual entre las personas.

Michael ensayaba una y mil veces, hasta que pareciera espontáneo todo lo que hacía: bailar como nadie, cantar como un ángel, ser el Rey, porque para mí los reyes se hacen por sus méritos, no nacen hijos de la nobleza monárquica. El artista que más ha donado para caridad de todos cuantos hay. Como no quería dar entrevistas la prensa le vapuleada a cambio. Fue incomprendido como persona por muchos, como persona de alta sensibilidad PAS (tenéis una entrada en el blog de ese tema), eso se veía sin necesidad de tests. Le ocurrió que ser especialmente brillante crea envidias y enemigos. Un impresentable de mi profesión, que me da vergüenza ajena, le mató, porque este mundo mandado por el dinero, valoraba que muerto se le sacaría más que vivo.

Recuerdo los dibujos animados de los Jackson Five, como siempre desde ese tiempo, ha estado en mi vida. Sin remedio necesitamos mitos, la realidad es demasiado cruda para llevarla sin música, sin arte, sin quienes subimos en nuestros pedestales, sin fallarnos nunca.

Da igual si me bloqueas en WhatsApp, sigo siendo muy valiosa porque sé amar, acompañar, he dedicado mi vida a cuidar profesionalmente a los demás y lo he hecho bastante bien. Soy yo quien se tiene que mirar al espejo del alma cada día y gustarme. Si eso hace que sea más fácil sufrir de vez en cuando también me gusta ayudar a la gente y comprenderla. Yo no huyo, yo sé compartir. Es lo que me gusta, me emociona y me ilusiona.

Quien me despidió con un WhatsApp, antes me había animado a publicar mi libro «Pasas como el azar». No está para verlo hecho realidad, para encontrar que alguna poesía está escrita para mi Rey, Michael Jackson. Normal, siempre ha estado y estará, porque demasiadas personas entran en nuestra vida y pasan como el azar… Michael no.

LLORAR POR FIN

Hoy lloro, por fin. Esta mente mía se paraliza, se pierde por sus interiores, entre mil pasillos sin llegada. Tras una semana de vagar por laberintos, hoy lloro. Caían lágrimas sueltas, la descomposición de mis ideas, mi pensamiento nulo, la emoción triste que todo lo cubre, igual a un bote de pintura gris derramado. No importa que pasó, no es lo que pesa. Pesa la incomprensión, el abandono, la consecuencia dentro de lo humano. Las personas fallamos, todos, como todos lloramos. No es enfermizo verter este líquido doloroso de los ojos, o no habría nadie sano. Es valiente dejarse ir y deshacerse en el agua, pues agua somos en nuestra mayoría. Es agua casi todo nuestro cuerpo, la ayuda a sostenernos en el riego del campo y es agua la que a veces arrasa, la que quita, la ladrona de cuanto dio antes de bueno. Hay estalactitas en mi corazón, de habitaciones cerradas antaño con goteras.

Salgo del estupor hoy con lágrimas. Es el llorar de una niña pequeña, desprotegida y rota. La sorpresa del desamor, los secretos, las barreras, la huida de lo muy amado. Llorar sin fuerzas, ya era el tiempo de ello. El cobarde no quiere, sonríe sin ganas, aparenta estar normal. Yo dejo mi respirar entrecortarse, que abra la compuerta del pantano mi alma herida. Es un río sanador, aunque yo no lo veo, me oculta la visión un temblor, una tormenta, el peso de mi cuerpo casi inerte bajo un alma cansada.

Tras una semana de querer ser como soy, llorona, he dejado de ser la estatua golpeada, desconchada por ese desatino extraño. El ojo se suelta y la mujer, llena de lágrimas a borbotones, fluye cual naturaleza viva y salvaje. Si el agua hace nuevos cauces no me importa, humana soy y cuando desocupo mi dolor, mejor los surcos de agua que los de mi sangre. Es valiente llorar y, por fin, lloro.

Beneficios de llorar