Ya conocéis mi gusto por compartir lo que encuentro en otros blogs y me sorprende. Esta historia infantil llena de fantasía o verdad ¿quién sabe? me parece tan tierna, tan bien narrada, tan especial que he de mostrárosla.
Hay relatos sorprendentes, entradas de blogs que te sacan de la zona de confort y te ponen una sonrisa ante lo frenético de su discurrir.
Una vez más me sorprende Sebastián Felgueras. Esta lectura me parece imprescindible, tanto como indescriptible. Gracias por tu talento. Os redirijo a que paséis un buen rato con este gran escritor.
Cuando los locos sean valorados como los mejores, por su inocencia pueril, esta vida en un planeta perdido en un Universo cualquiera dejará de estar lleno de miles de millones de soledades.
Las personas no somos nada importante y hasta algo que no ven nuestros torpes ojos, cualquier virus, se empecina en que alcancemos esa comprensión. Si se cree que muere quien tiene su carne pudriéndose, no está yendo más allá de lo que los sentidos, limitadísimos como este cerebro nuestro pequeño y gregario, enseñan.
No somos eso, que contagia mierda hasta después de ser inerte. Ese traje prestado que es tenido como lo más importante. El valor real de lo perecedero es cero y trae la soledad, rompe lo eterno del amor y las cosas que nunca acaban. Lo que siento y digo no lo dice mi cuerpo porque soy más, soy fantasía, honradez, sinceridad, prudencia, soy tiempo sin fin.
Esa rabia contra la falta de individualidad en las masas, contra la persecución a las mentes libres, hace estrofas de canciones gritadas desde el alma: «Tendría que llorar o salir a matar…»
A veces hablamos y otras callamos, ¡ay, los locos!. Somos esas gentes que siempre tenemos la soledad por eterna compañera, sensibles en exceso para esperar que las promesas se cumplan, que el vacío se llene de algo más que aire cuando hay palabras dadas. Somos amantes hasta la extenuación en un lugar donde no cabemos del todo.
Unos poetas, otros pintores o músicos, algunos sin ni siquiera arte alguno, otros incapacitados por el criterio de los otros y por nuestro deseo de hacer cuando solamente tenemos que ser. En ese terreno ganamos, no tenemos filtro, somos y por ser hemos perdido todas las máscaras, salimos a la calle sin ninguna y nos señalan quienes las tienen. Khalil Gibran lo escribió bien y, si no lo recordáis, leed la primera historia de su libro «El loco».
Somos los que vemos el elefante dentro de la serpiente en el dibujo de El Principito. ¿Porqué no ves un sombrero como todos? No puedo, ya no, porque los locos no son los que alucinan, no son enfermos, sólo son diferentes, incomprendidos y sí, confiados donde los otros ven oportunidades de engañar, traicionar, hacerse dueños de nuestros anhelos bellos para olvidarlos a continuación. Los sueños son nuestras certezas, el eco de la música, la paz de una habitación donde escondernos de todo, los detalles mínimos…
Los locos vamos perdiendo estrellas al caminar, acumulando risas ajenas, ensordecidos por el ruido vulgar, con una maleta llena del pasado que nos construyó y no queremos vaciar, nos haga sonreir o poner muecas de dolor: Confeti, gritos, luz de luna, lágrimas, caricias, golpes, logros, traspiés, bueno y malo. Todo sirve.
Tropezamos en la misma piedra, no porque no aprendamos, sino porque somos niños siempre, tengamos la edad que tengamos, por aquello de que el hábito no hace al monje y la edad no se lleva nuestra forma de ser. Nacemos, crecemos, vivimos con lo que otros, los que encajan en este lugar pequeño del Universo, llaman locura. ¡Ay, los locos! Que nos dejen serlo para trascender la mediocridad tan extendida.
Si no nos entienden solamente nos hace perder algo material, que nos mete contra nuestra voluntad en ratos de cordura. Nos intentan robar las nuevas máscaras construidas para pasar desapercibidos entre ellos, no aguantamos tantas miradas lúcidas ni tanta falsedad disfrazada y necesitamos descansos. Sentimos ecos de lo perdido, porque el olvido entra y sale en el paradógico caos lleno de órden del Universo. La esperanza es la confianza del loco, el presente, porque el futuro… no existe. Dame hoy una sonrisa y una verdad, a la vez, sin separarlas.
Nota para entender la canción: «Piantao» es un término que significa «enajenado», «loco».
Y como toda innovación creativa, loca, genial, esta canción fue abucheada en su estreno por los que no tienen la fortuna de ser locos.
Pobrecitos esos tan normales que tienen que clasificar y encorsetar o, si no lo hacen, son ellos los que están perdidos.
Como os había anunciado, ayer se ha hecho una nueva presentación de mi libro PASAS COMO EL AZAR.
La asociación Espai-Violeta de Mislata ha promovido, dentro de las XXXIII Jornades de la Dona pera la Igualtat, este evento.
Estoy muy agradecida a esta Asociación, al Ayuntamiento de Mislata y en concreto a la Casa de la Dona, donde se ha realizado.
Es un gran apoyo a la cultura de esta ciudad. Además, la presencia de la Teniente de alcalde y Concejala de Cultura y Personas Mayores, Pepa Luján; la Concejala de la Mujer y Política de Igualdad, Carmela Lapeña; y la Concejala de Infancia y Adolescencia, Lola Hortelano; es algo que agradezco mucho. Más sabiendo que casi coincidía con un pleno del consistorio.
Lilian García, de Espai Violeta, ha intervenido en primer lugar para hablar sobre el libro, con una gran empatía, y dar paso a Carmela Lapeña, la Concejala, que ha resaltado el hecho de que ya sean 33 años celebrando estas Jornadas, necesarias para llegar en un futuro a la igualdad. Ha recordado a las mujeres víctimas de la violencia de género de este año 2020, recordatorio y necesidad de concienciación a las que me uno.
Lo que he hablado lo tenéis en este vídeo.
Ha sido muy agradable la firma de libros que ha seguido a la presentación. Nunca repito la dedicatoria, cada lector merece el esfuerzo de tener algo personalizado.
Se nos ha obsequiado después con un aperitivo donde nos hemos hecho fotos en un ambiente distendido.
Creo que todos lo hemos pasado muy bien que es de lo que se trataba y hoy habrá unas cuantas personas leyendo mis poesías, cosa que me encanta.
Esto decía el gran Gustavo Adolfo Bécquer: «Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía».
«La poesía es otra forma de lenguaje en la que el lector también es poeta»
Esta es mi frase, la que a mí me inspira.
La frase que siento dentro delapoesía
Es la comunicación entre el poeta que escribe y el poeta que lee. Porque sólo un poeta puede degustarla y eso le hace serlo. Aunque no haya escrito, piensa y capta su esencia.
También sabe un idioma quien lo entiende al escucharlo o leerlo, aunque nunca lo haya hablado o escrito.