Tenía muchas ganas de hablar sobre esta forma de ser peculiar. Es sabido que si algo nos gusta es hablar de nosotros mismos. Desde mi más tierna infancia he sido una persona que, a pesar de pensar mucho y con lógica, se ha movido por las emociones. Más de una vez me he definido como «un sentimiento andante con cuerpo de persona».
Hace unos 16 años, más o menos, vi la reseña en la revista Cuerpo y Mente de este libro de Elaine Aron, El Don de la Sensibilidad. Lo compré y, a pesar de que no vi referencias bibliográficas de estudios científicos reglados, esta psicóloga norteamericana ofrecía un test para comprobar si eras una persona de alta sensibilidad (PAS a partir de ahora) o no.
Lo hice y faltaron los cohetes artificiales al final con el resultado, era PAS, muy PAS. No era casual haberme interesado. Recuerdo que al ir leyendo tenía la sensación de que esta psicóloga me conocía y hablaba de mí en todo. «No puede ser, es como si supiera todo de mí» pensaba. Por entonces este tema era nuevo. Entre mis recuerdos de la lectura está que era así el 20% de la población y solamente se veía como algo muy positivo en Japón y Finlandia.
Hubo quien me aconsejó dejar de leerlo porque me haría daño. ¿Un libro que habla de un don? Era la visión en positivo de una característica de personalidad que en mi país, España, no parecía valorarse mucho. Por supuesto lo terminé.
Los PAS reaccionamos más a cada estímulo que recibimos, algo que nos hace vulnerables y privilegiados. Con el corazón más abierto, diría yo. Vulnerables por la naturaleza de los estímulos y por la cantidad.
Un estímulo negativo será más grande, uno positivo también. Además percibimos estímulos que no lo hace la mayoría. Podemos, por tanto, sufrir más que las demás personas y también ser más felices.
En cuanto al número de estímulos, como son percibidos con más intensidad, toleramos una cantidad menor en un momento dado. Sobrepasado un umbral nos quedamos bloqueados, como en medio de una tormenta, cortocircuitamos y no sabemos que hacer.
Es un arma de doble filo, predispone a estar más tristes o con ansiedad, y sin embargo lo mas importante, tiene algo maravilloso: Con menos estímulos o cosas podemos ser más felices que otras personas con muchas más «necesidades».
También surgen muchas preguntas sobre este 20%: ¿Qué hace ser una PAS? ¿Es de origen genético? ¿Por qué el amor es a la vez tan intenso y doloroso en las relaciones? ¿Por qué disfrutamos la soledad y somos incomprendidos desde la infancia?
Ha pasado tiempo desde que aquel libro me dijo un poco más cómo era y se ha investigado desde entonces.
En el 2014 se publicó un estudio de 6 investigadores en la Universidad de Stony Brook (Nueva York), publicado en la revista «Brain and Behavior». Un intento de explicar las diferencias entre el cerebro de una PAS y el de las personas que no lo son.
PASAMOS A LAS CONCLUSIONES:
El cerebro de los PAS es emocional
Es un cerebro emocional dotado de una gran empatía. Son cerebros orientados plenamente a la sociabilidad, y a la unión con sus semejantes. Los procesos cerebrales de estas personas muestran una sobreexcitación en las áreas neuronales relacionadas con las emociones y con la interacción: son capaces de descifrar e intuir los sentimientos de quienes tienen en frente, pero a su vez, deben enfrentarse a un problema muy básico… El resto del mundo carece de su misma empatía, por tanto existe un claro desequilibrio respecto a su sensibilidad y la de quienes le rodean, se sienten diferentes.
Para llegar a estas conclusiones se llevaron a cabo diferentes pruebas como resonancias magnéticas, ahí donde estudiar los procesos cerebrales de las personas diagnosticadas como PAS, de aquellas que no lo eran. Y para ello, se les expuso a diferentes estímulos para ver la actividad bioquímica y de las diferentes estructuras que conforman el cerebro. Los resultados fueron muy visibles en dos aspectos:
Las neuronas espejo
Las neuronas espejo cumplen una función social, de ahí que estén presentes sobre todo en humanos y en primates. Situadas en la corteza frontal inferior del cerebro, y muy cerca de la zona del lenguaje, están relacionadas sobre todo con la empatía y con nuestra habilidad para captar, procesar e interpretar las emociones ajenas. En las personas con alta sensibilidad su actividad es continua y muy grande desde la infancia.
La ínsula
La ínsula es una estructura pequeña alojada en la corteza insular, muy profundamente en el cerebro. Estos científicos la llaman el “asiento de la conciencia“, ya que reúne gran parte de nuestros pensamientos, intuiciones, sentimientos y percepciones de todo aquello que experimentamos a cada instante. Está relacionada con el sistema límbico, una estructura básica en nuestras emociones, es quien nos aporta una visión más subjetiva e íntima de la realidad. En las PAS, esta estructura presenta mucha mayor actividad en comparación con las no PAS.
¿CÓMO VIVIR SI ERES PAS?
El sistema neuronal de una PAS es más agudo, más fino, capta más. Esto ES LO QUE SOMOS Y NO SE ELIGE, lo que se elige es si se vive como un problema o como un gran don.
La sociedad occidental, salvo excepciones, no valora esto como positivo, incluidos España y los países latinoamericanos. La tendencia a empatizar y ayudar tenemos que saber que puede no siempre ser captada ni gratificada. Las personas no PAS pueden no entendernos y entonces sentirse incómodas con nosotros, que ante situaciones normales para ellos (música muy alta, aglomeraciones, etc.) no reaccionamos igual. Pero no tenemos porque sufrir, sino aceptarnos y controlar esa sobreestimulación con estrategias útiles.
Tenemos que aprender a vivir como un don ese corazón tan emocional, empático, y las facilidades para disfrutar mucho más que las personas no altamente sensibles. Mientras las no PAS tienen que buscar más estimulación y cosas para ser felices, las PAS ya habremos llegado a ese estado emocional pleno antes y «que nos quiten lo bailao».
Existe en España una Asociación de PAS donde se puede hacer un test orientativo para saber si se es una PAS.