QUERIDOS ELFOS

Ya conocéis mi gusto por compartir lo que encuentro en otros blogs y me sorprende. Esta historia infantil llena de fantasía o verdad ¿quién sabe? me parece tan tierna, tan bien narrada, tan especial que he de mostrárosla.

De NEBULOVERSO para vosotros:

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TESTIMONIO CRÍTICO SOBRE «PASAS COMO EL AZAR»

Hace unos meses cambié el tema de mi blog al actual Twenty Eleven. Resultaba más cómodo para vosotros, con letra más grande y estructura muy sencilla.

Soy bastante despistada y no me di cuenta de la desaparición del apartado TESTIMONIOS, justamente con la crítica muy positiva sobre mi libro que había hecho la editorial, previa a editarlo.

Esa crítica de Universo de Letras, en un libro tan peculiar como el mío, me dejó sorprendida para bien. Me fascinó. Lo describen como de temática actual cuando son poesías escritas hace aproximadamente 30 años y durante un periodo de 14 años. Eso y muchas cosas más.

Debo ser una mujer intemporal si ellos dicen esto, o una adelantada a mi tiempo. Sí soy guerrera y defensora de causas perdidas, con una personalidad bien definida.

Como el libro tiene su propia página en el blog, ahí encontraréis el testimonio que lleva perdido un año y he recuperado. Ya sabéis, debajo de la foto introductoria del blog hacéis clic sobre «Libro PASAS COMO EL AZAR».

Os preguntaréis como van las ventas. Salió a la venta en octubre de 2019 y se hicieron 2 presentaciones físicas. Eso ayudó a su despegue hasta el parón pandémico que se inició en marzo de 2020. Se trata de un libro de poesía y el confinamiento aumentó la venta de otro tipo de libros: novela y autoayuda.

Se ha ido vendiendo tanto en papel como digital, a pesar de mi dedicación más que a publicitar el libro a hablar de la pandemia, porque una es médica.

Tened en cuenta que la forma de venta del libro no caduca y tampoco se acabará la edición en papel ya que se hace impresión bajo demanda. El contrato con la editorial es permanente, se renueva automáticamente.

Cuando el covid19 nos lo permita podremos hacer más presentaciones y promociones. Todo excepto la venta está cancelado «sine die».

Algún enfermo lo ha leído y le ha servido para distraerse mientras mejoraba su salud. Todo un honor para mí. Y me consta que es así, porque conocidos míos han aprovechado para regalárselo a personas en cuarentena.

LOS LIBROS CORTOS

Hoy me levanté tarde. El confinamiento no hace que esté menos cansada. Es el día del libro y no hay problema, aunque no se pueda ir a una librería. Los libros están tan vivos que evolucionan, se encuentran en esta gran red que tanto nos está acompañando.

El papel tiene algo especial, el tacto. El electrónico tiene el mismo contenido, en bytes, a menor precio, pero quien sabe si en el futuro será legible o no por nuevas tecnologías. A veces es como las miles de fotografías que ahora hacemos y desaparecen con los dispositivos. Aquellas fotografías en blanco y negro, de nuestros padres y abuelos, encargadas al fotógrafo del pueblo, se heredan y se guardan.

En un día tan clásico, voy a ir al Siglo de Oro para citar a Francisco de Quevedo (1580-1645). Elijo para hoy esta frase:

«Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.»

Casi todos los españoles hemos leído durante el bachillerato, como tarea obligatoria, el libro «Réquiem por un campesino español» de Ramón J. Sender (1901-1982). Un libro pequeño, corto y que nos dejó su impronta bien marcada.

Me apetece reivindicar en el día del libro esos pequeños libros de cuentos, poesía, novelas cortas, autoayuda, etc. Estos libros de autoayuda son una de mis pasiones y el más cortito que me viene a la cabeza es «El arte de amargarse la vida» de Paul Watzlawick. Os lo recomiendo, es muy bueno.

Al pensar en libros la mente casi siempre se va a los publicitados best seller gruesos modernos, libros premiados o los libros antiguos anteriores al siglo XX. Son libros que no necesitan reivindicarse porque son los más vendidos y leídos.

No puedo evitar ser, en muchas situaciones, una defensora de causas perdidas, una guerrera en paz. También me felicito por tener mi propio libro pequeño, con el que sentirme a la vez lectora y escritora en este año.

ACRÓSTICO DEL CONFINAMIENTO

Leyendo un acróstico en el blog amigo de Pipo Bunorrotri, se me ha ocurrido intentar hacer uno por primera vez. No tiene intención poética, es sólo un juego de palabras para expresar la forma nueva de vivir que hemos descubierto por obligación.

No deja de ser paradójico que la vida de los humanos del planeta esté gobernada por un microscópico compuesto orgánico que ni siquiera se puede considerar ser vivo. La ciencia lo llama virus. También es paradójico que seres humanos susceptibles a la enfermedad antepongan la economía, el dinero, a la salud siendo evidente que lo menos lesivo para esa economía es acabar lo antes posible con la causa de su caída, el virus.

Mis condolencias a todos los familiares y amigos de los fallecidos en el mundo a manos del COVID19. Descansen en paz.

Una calle vacía en estos días. León (España)

Cuando una plaga se extendía en China

Observábamos cómo deslavazaba a las personas.

Nosotros seguíamos sin preocupacion ninguna

Fluyendo en nuestras vidas, como de costumbre.

Imaginamos lo lejos del gran país mil millonario,

Normalizar lo malo se nos da bastante bien para eso.

A veces no advertimos los peligros aún viéndolos,

Miramos a otro lado y seguimos pululando en las calles.

Italia lo vio correr en sus pulmones como la pólvora,

España recibió después al triste e implacable visitante.

Nadie en el mundo se libra, sin sufrir, del monstruo

Tan fuerte y tan inerte, este que nos deja atados,

Ocultos en las casas para intentar no encontrarlo.

SIEMPRE HABRÁ POESÍA

Esto decía el gran Gustavo Adolfo Bécquer: «Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía».

«La poesía es otra forma de lenguaje en la que el lector también es poeta»

Esta es mi frase, la que a mí me inspira.

La frase que siento dentro de la poesía

Es la comunicación entre el poeta que escribe y el poeta que lee. Porque sólo un poeta puede degustarla y eso le hace serlo. Aunque no haya escrito, piensa y capta su esencia.

También sabe un idioma quien lo entiende al escucharlo o leerlo, aunque nunca lo haya hablado o escrito.

Ay, la luna, esa cómplice