ELLA ESTABA

Ella estaba allí, con su nuevo pijama. Tirada en el sofá, de cualquier postura, sin interés por lo que solía gustarle. Aquellas series de ficción de la televisión por cable no podía seguirlas. Se perdía con los personajes, con la historia, imposibilitada de enlazar unas escenas con otras.

Cerraba los ojos, esos que tanto llevan llorado en toda una vida. Cansancio, un vacío gris dentro del pecho, dolores musculares. Las lágrimas no aparecían, como presas de una anestesia emocional que las negaba. Ella que ama sin medida, que se entrega, que no se preocupa de esconderse tras máscaras, se cae.

Una pasión desbordada en otros momentos, llacía apagada y hueca, molesta con su cuerpo y lejana de su mente. Echaba de menos su propio ser, su escasa vitalidad habitual.

Sin saber a donde mirar ¿para qué hacerlo?. Ella no era ese ser sin ansias ni futuro, atrapada en el presente doloroso, nervioso. No era una costumbre ni un nuevo sueño. Las caricias aliviaban su caída y le quedaba un lejano vestigio de deseo ahogado.

Ella se quedó así, hasta que se incorporó para acostarse sólo porque era la hora, la inercia. No sabía si al día siguiente se levantaría o se dejaría llevar por la inmovilidad, por unas horas de soledad en que no hacer nada.

Ella no recordaba sobrevivir, pero desayunó y después escribió un WhatsApp diciendo: «Estoy bien» aunque era mentira.

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REGRESO AMOR

Vuelvo de mi descanso en redes. A veces en vez de ayudar dañan nuestra estabilidad y es bueno apartarse antes de ser devorada. Entonces se les dice: ¡Basta!
Necesitaba paz e introspección. Soy una persona compleja en mi interior, que necesita reordenarse de vez en cuando.

Regreso fuerte y con las prioridades muy claras y ordenadas. Con la intención de aceptar sólo la positividad.

El mundo no está ahí afuera, ese es un espejismo, lo llevamos dentro de nosotros entero y esa es la verdad. De nosotros es de donde sale el único mundo verdaderamente real que nos rodea.

LLORAR POR FIN

Hoy lloro, por fin. Esta mente mía se paraliza, se pierde por sus interiores, entre mil pasillos sin llegada. Tras una semana de vagar por laberintos, hoy lloro. Caían lágrimas sueltas, la descomposición de mis ideas, mi pensamiento nulo, la emoción triste que todo lo cubre, igual a un bote de pintura gris derramado. No importa que pasó, no es lo que pesa. Pesa la incomprensión, el abandono, la consecuencia dentro de lo humano. Las personas fallamos, todos, como todos lloramos. No es enfermizo verter este líquido doloroso de los ojos, o no habría nadie sano. Es valiente dejarse ir y deshacerse en el agua, pues agua somos en nuestra mayoría. Es agua casi todo nuestro cuerpo, la ayuda a sostenernos en el riego del campo y es agua la que a veces arrasa, la que quita, la ladrona de cuanto dio antes de bueno. Hay estalactitas en mi corazón, de habitaciones cerradas antaño con goteras.

Salgo del estupor hoy con lágrimas. Es el llorar de una niña pequeña, desprotegida y rota. La sorpresa del desamor, los secretos, las barreras, la huida de lo muy amado. Llorar sin fuerzas, ya era el tiempo de ello. El cobarde no quiere, sonríe sin ganas, aparenta estar normal. Yo dejo mi respirar entrecortarse, que abra la compuerta del pantano mi alma herida. Es un río sanador, aunque yo no lo veo, me oculta la visión un temblor, una tormenta, el peso de mi cuerpo casi inerte bajo un alma cansada.

Tras una semana de querer ser como soy, llorona, he dejado de ser la estatua golpeada, desconchada por ese desatino extraño. El ojo se suelta y la mujer, llena de lágrimas a borbotones, fluye cual naturaleza viva y salvaje. Si el agua hace nuevos cauces no me importa, humana soy y cuando desocupo mi dolor, mejor los surcos de agua que los de mi sangre. Es valiente llorar y, por fin, lloro.

Beneficios de llorar